La isla de Mallorca ha estado habitada desde el segundo milenio antes de cristo. Los primeros habitantes, los cuales muy probablemente arribaron de la península Ibérica, desarrollaron la cultura talayótica caracterizada por la construcción de grandes estructuras de piedra. A pesar de la predominancia de los asentamientos en el interior de la isla, se han encontrado vestigios de poblaciones próximas al mar y de la presencia de un gran mercado entre los distintos yacimientos de la isla. De esta época no se conoce mucho sobre la pesca, pero es evidente que los habitantes pescarían para buscar alimento. No fue hasta el siglo II a.c cuando los romanos conquistaron la isla, poniendo así fin a la época talayótica dando inicio a la edad antigua en Mallorca.
Los romanos cambiaron absolutamente todo durante su estancia en la isla: la religión, economía, demografía, cultura, etc. Mallorca pronto experimentó un gran intercambio comercial con el resto de las islas Baleares y la península, aunque también se han encontrado productos procedentes del norte de África y el Mediterráneo oriental. Aunque es sabido que los romanos no eran grandes marineros, sí se desarrolló una incipiente actividad pesquera durante este periodo, lo que supuso un cambio con épocas anteriores. La isla se había convertido en un punto estratégico comercial y el comercio del pescado no tardó en desarrollarse.
Con el fin del Imperio Romano de Occidente, la isla de Mallorca cayó en un periodo oscuro. Son conocidos los asentamientos de los pueblos germánicos como los vándalos, aunque durante este periodo comprendido entre el siglo V y X de nuestra era, fueron los bizantinos los que intentaron establecerse en la isla aunque sin mucho éxito. No es hasta el siglo X cuando la isla vuelve a un periodo de esplendor debido a la invasión musulmana. Las gentes, la economía, la agricultura, la pesca, el comercio, la cultura y la religión cambiaron por completo. Es conocido el cambio agrario que trajeron consigo los musulmanes a la mayor de las islas Baleares, pero no deberíamos olvidar que también llevaron a cabo un comercio rico y variado con el resto de pueblos islámicos de la península y del Magreb. Así pues tanto para la pesca como para el resto de actividades económicas fue un periodo de recuperación y de prosperidad.
Con el inicio de la época moderna llegaron los problemas. La unión de las coronas de Aragón y Castilla, además del establecimiento de los Austrias en la corona supuso un sinfín de problemas para la nueva corona. Los numerosos frentes abiertos que tenían en Europa, en la propia península, América e Italia provocaron que se descuidasen algunos aspectos vitales para la economía de la región. Durante este periodo la economía entró en fallida en numerosas ocasiones, lo que dificultó mantener el poderío comercial de Mallorca. A todo esto debemos añadir la inseguridad del mar provocado por las numerosas incursiones piráticas otomanas. Ya no era seguro salir al mar y pescar libremente, por lo que el desarrollo de esta actividad menguó en gran medida.
A finales del siglo XIX y XX Mallorca se convirtió en una ciudad de relevancia y la ciudad de Palma comenzó a destacar. Fue durante este periodo que comenzaron a sobresalir los pesqueros mallorquines que llegaron hasta el Océano Atlántico para hacerse con los mejores pescados. Se desarrolló una flota pesquera esperanzadora, motivada por la fundación de numerosos clubes náuticos como el de Palma en 1948. Actualmente nos encontramos con una pesca variada, desde los aficionados a la pesca submarina, los cuales no paran de crecer en número, hasta las pequeñas embarcaciones de recreo que se dedican a pescar de forma recreativa. Por lo que respecta al desarrollo de la pesca como actividad económica, lo cierto es que a pesar de la crisis económica, este sector no ha presentado grandes variaciones. Podemos afirmar que el futuro está garantizado y que la flota pesquera mallorquina continuará trayendo pescado fresco a los numerosos puertos.